Hablemos de la tele
José Luis Córdova
Las próximas elecciones presidenciales primarias oficialistas y el notorio declive en las encuestas de la ex alcaldesa de Providencia Evelyn Mathei, (sin primarias), han hecho de la televisión un escenario propicio al drama y la comedia.
El progresismo enfrenta con entusiasmo a la actual oposición política, aunque estos sectores transformadores siguen desvirtuados y caricaturizados por la televisión y otros medios de comunicación. La comedia desatada corre por cuenta de los Kast, Kaiser y Parisi.
Tohá, Mulet y Winter se esfuerzan por apartarse del gobierno de Gabriel Boric con declaraciones de autonomía, independencia y caminos propios confusos y poco creíbles. Pese al anticomunismo inherente en los medios de comunicación -y por ende de la televisión- la candidatura de Jeanette Jara luce innovadora y creativa con un genuino y sólido programa de transformaciones y avances que abra paso a la superación del neoliberalismo y a la socialdemocracia en nuestro país.
Las encuestas encargadas claramente comprometidas e interesadas simplifican y minimizan las posibilidades reales de la figura de Jara, perfilada por los medios como ex ministra “comunista” o una nueva Bachelet, creando un estereotipo que despierta sórdidos prejuicios.
Ante la imposibilidad de una ofensiva demoledora contra Jeanette, la derecha económica y política ha optado por deslegitimarla por su postura en política internacional de inclaudicable libre determinación de los pueblos y no intervención en asuntos internos de otros países. Al respecto, vale la pena considerar que democracia (“gobierno del pueblo”) es una forma de vida, va más allá del sistema político, de las elecciones, los partidos y las libertades.
A contrario sensu, los colegas de la televisión eluden pronunciamientos de los demás precandidatos sobre los sistemas políticos en Israel, China, Estados Unidos, Arabia Saudita, El Salvador y otros. Una vez más, los medios insisten en caricaturas sobre la democracia que se reduciría a elecciones periódicas, partidos únicos y otros aditamentos que no necesariamente definen contenidos democráticos como se exigen a naciones que intentan un camino propio.
El periodismo televisivo dedica esfuerzos en desplegar anticomunismo, neoliberalismo y ofensivas contra la actual institucionalidad que combate a la corrupción, el crimen organizado y el narcotráfico con las pocas armas que le ha entregado el actual parlamento.
El colega Fernando Paulsen se permitió invitar a conversar sobre la contingencia a un politólogo y “académico”, un tal Hugo Herrera, quien se permitió insultar a los exministros Jackson, Tohá y Jara con todo desparpajo y no excluyó siquiera al presidente Boric de sus andanadas injustificadas e irrespetuosas.
A su vez, el presidente del PPD, senador Jaime Quintana negó con desparpajo el genocidio en la franja de Gaza y, no contento con eso, afirmó que los palestinos usan sus hijos como escudos humanos contra la agresión israelí y acusó al gobierno de antisemita. Carlos Zárate, Libardo Buitrago, Andrea Aguilar y otros “colegas” ni siquiera se molestan en aclarar (por ejemplo) que los palestinos también son semitas y de lo que se trata es del movimiento sionista (de derecha), del cual el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu es su expresión más ultra.
Parece indispensable que los periodistas “especializados” en temas internacionales estudien y se preparen mejor. Mientras, que el progresismo logre ganar una mayoría parlamentaria que aseguraría una gobernanza realmente transformadora que se enfrente a los intereses de los propietarios de los principales medios y especialmente de la televisión chilena. ¿Se nos viene un drama o una comedia?