Justicia farandulera

Hablemos de la tele

José Luis Córdova

En abierta disputa por el rating entre los canales vemos habitualmente en cámara al doctor Sebastián Ugarte, al astrónomo José Maza, a la doctora broncopulmonar Carolina Herrera, al geógrafo-sismólogo Marcelo Lagos que se entreveran con figuras de la farándula y el fútbol que no pueden faltar para un buen rating como: Kathy Barriga, Tonka Tomicic, Myriam Hernández, Jorge Valdivia, Johnny Herrera, Jordi Castell y Patricia Maldonado.

Aparte de estos rostros “originales” que compiten con animadores, periodistas, comunicadores, conductores y noteros de todos los pelajes, lo más inquietante es la presencia de representantes del alicaído poder judicial de nuestro país.

El símbolo de la señora justicia ciega (con una venda en los ojos, una espada en la mano y la otra en la balanza) debe estar sonrojada con el curioso desfile de abogados, fiscales, penalistas, académicos y otros profesionales jurisconsultos que se prestan para los shows televisivos que soportamos cada mañana, e incluso en ciertos noticieros o programa “políticos”.

Resulta alarmante la cantidad de personajes de este tipo que aparecen explicando códigos, respondiendo consultas, pero también trazando hipótesis y todo tipo de especulaciones a partir de sus conocimientos en caso de delitos” de cuello y corbata”, delincuencia común, crimen organizado y narcotráfico.

Se pasean por estos temas, entre otros, los exfiscales Sabas Chaguan, Carlos Gajardo, José Antonio Villalobos y Marisa Navarrete, junto al abogado Claudio Valdivia, con Francisco Javier Leturia y Alberto Precht (ex directores de Chile Transparente) entre otros.

La idea de ilustrar sobre jurisprudencia y procedimientos judiciales no es desdeñable para un medio de comunicación masivo, pero lamentablemente, el tono y las formas de analizar o debatir sobre estos tópicos raya en la banalidad, el escándalo y la poca seriedad. Estos “especialistas” se explayan en temas de política contingente, legislación, así como de delitos comunes como encerronas, portonazos, turbazos y otras prácticas novedosas para el hampa criolla, probablemente aprendidas de avezados delincuentes de diferentes pelajes.

El crimen organizado y el narcotráfico es definido o abordado por estos expertos exclusivamente como responsabilidad de emigrantes latinoamericanos (especialmente venezolanos) creando un lugar común o estereotipo orientado a la xenofobia, el racismo y la discriminación.

Parlamentarios, alcaldes concejales, delegados, concejeros y funcionarios de ciertos cargos han aprendido un poco ya a dosificar sus apariciones (con algunas excepciones reiterativas) mientras otros pasaron -afortunadamente- de moda: léase Rodolfo Carter, José Manuel Ossandón, Karla Rubilar, Cecilia Pérez y otros con los que despertábamos cada mañana).

Un caso aparte es el ex alcalde de Recoleta Daniel Jadue, quien continúa en arresto domiciliario, tras pasar 90 días en prisión preventiva y a quien se acusa de incumplir la pena cuando fueron a controlarlo en su domicilio particular. Mero ensañamiento y pertinacia ante supuestos delitos no comprobados todavía. Jadue debe limitarse a debatir desde medios alternativos y redes sociales sobre la actualidad y la protección de sus intereses ante la ofensiva judicial y comunicacional que lo excluye deliberadamente.

Una apostilla final: recordar que la hoy vilipendiada abogada y diputada (suspendida) del Frente Amplio, Maite Orsini, fue “exitosa” actriz de populares teleseries como “Sucupira” y “Los Venegas”, excelente animadora joven de espacios de entretención como “Yingo” y “Calle 7” así como del programa “Ojo con los niños”, en 1999, por canal 13. Nadie es tan deleznable como se le pinta. Cuestión de acordarse nomás. Peor sería que los “especialistas” de los cuales estamos hablando se entusiasmaran demasiado con las cámaras y terminaran participando en reality shows, concursos o teleseries.

La teleaudiencia no espera excesos de este tipo, pero actualmente el desprestigio de la administración de justicia en nuestro país pasa por la constatación de que hay procedimientos para ricos y para pobres en forma radicalmente diferenciada y a favor de los delincuentes de “cuello y corbata” y llega hasta el cansancio ver a connotados juristas en pantalla. Todo indica que nos acecha la justicia farandulera.

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