Tomado de Vocería Virtual
La temporada otoñal está siendo muy dura en Europa en términos de pandemia. El virus ha vuelto a propagarse con rapidez, más veloz que al principio. Ya no se está hablando de casos diarios, sino por horas.
En la última jornada se sumaron 14.900 nuevos casos de contagio en Alemania, más del doble de los que registraron en el pico marzo-abril, cuando alcanzaron 6.000 casos positivos. Las autoridades afirman que poseen suficientes camas críticas, pero no el personal sanitario suficiente para atender.
En Reino Unido el aumento de casos también ha sido exponencial, con casi 21 mil contagios nuevos y más de un centenar de fallecidos en los últimos dos días.
En Francia y Portugal temen que se desborde su sistema hospitalario en las próximas semanas. Por lo mismo, en todos estos países las medidas para restringir los contactos y circulación de las personas se están endureciendo.
Al igual que al inicio de la pandemia, la situación europea nos alerta con tiempo para prevenir. ¿Lo haremos esta vez? ¿Qué podemos aprender e implementar a la luz de lo que sucede en países que nos adelantan en una temporada, y así nos muestran el futuro, que inexorablemente llegará en cuestión de meses?
Consultamos a expertos en Salud Pública, Epidemiología y Emergencias para conocer sus respuestas a estas dos preguntas.
Gonzalo Bacigalupe Psicólogo, maestría en Salud Pública y Global de la Universidad de Harvard: Las cifras están en promedio aparentemente a la baja. No sabemos eso con certeza. Sí sabemos que la primera ola está aún presente en una meseta de contagios y muerte inaceptables. La segunda ola en Europa debiera enseñarnos que medidas debemos tomar para impedir una segunda ola o aumento de contagios en el futuro. Sabemos que importa, especialmente, el énfasis en la transmisión aérea en lugares cerrados.
Este período de aparente mejoría es el momento para prepararnos y educarnos mucho mejor porque, si no, si la segunda ola se repite como en Europa puede tener consecuencias aún mayores que la primera. No estamos preparados, la trazabilidad es deficitaria, la positividad está informada de modo distorsionado, y no sabemos en qué cifras confiar.
Continuamos ciegos frente a la epidemia y la credibilidad en la autoridad no se ha mejorado. Sabemos que la credibilidad es esencial en la prevención. Necesitamos prepararnos mejor. La evidencia es incontestable respecto a la fuerza del virus, no solo para mantenerse de modo endémico, también para desatarse sin control en áreas donde hay leves mejorías.
No podemos cometer los mismos errores. Una baja en el contagio no implica no prepararse para situaciones que pueden acelerarlo. Lugares cerrados como colegios, lugares de trabajo y transporte son todavía contextos de alto contagio .
Sandra Cortés Epidemióloga, Doctora en Salud Pública y ex Presidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología:
Es de esperar que el Presidente Piñera y su gabinete cambien la estrategia implementada hasta ahora, en la que sólo se comunican éxitos no concordantes con la situación real.
Es de especial interés fortalecer la estrategia del testeo efectivo de casos sospechosos y personas con nexo epidemiológico con personas positivas para identificar a sus contactos y verificar que éstos sean positivos o no, en una búsqueda orientada a los casos leves o incluso asintomáticos, para que estos sean aislados idealmente en residencias sanitarias.
Fortalecer el TTA, que es esta estrategia, es la única herramienta que asegura cortar la cadena de transmisión. Pero debe ir acompañada de medidas sociales fuertes y rápidas. Si esto no ocurre, y seguimos haciendo lo mismo, con cuarentenas poco efectivas, con trabajadores desprotegidos socialmente y que deben recorrer las ciudades en pos de su trabajo, repetiremos los mismos errores con un alto costo en vidas humanas perdidas.
La experiencia europea nos muestra que si el cambio de estrategia no ocurre y no se fortalecen los programas sociales, en el invierno tendremos incrementos de los casos y posible saturación de la red hospitalaria, la que sigue creciendo y ofreciendo opciones paliativas.
Aún en primavera, tenemos un alto porcentaje de uso de camas criticas, con una distribución totalmente desigual a lo largo del país, y tenemos cerca de 1.700 pacientes hospitalizados en unidades intensivas, lo que demuestra que la pandemia en Chile no ha terminado. El escenario de bajas temperaturas, contaminación del aire y personal de salud agotado y con estrés, no es propicio para el futuro otoño e invierno, a menos que el Poder Ejecutivo en pleno cambie la estrategia.
Michel De L’Herbe, Consultor internacional en gestión de emergencias:
En marzo ya habíamos visto el futuro en lo que había ocurrido en la Provincia de Wuhan, y lo que ocurría en Europa. Cabe señalar los componentes centrales que veíamos, y así reafirmar que mirar más allá de las fronteras puede ayudarnos a proteger y salvar vidas.
Sabíamos de un virus con capacidad de propagarse con gran rapidez, sin cura ni tratamiento, y donde las determinantes sociales juegan un rol importante al momento de generar más daño. Por otra parte ya veíamos diferentes estrategias, donde las decisiones tenían un impacto clave. Como estrategia teníamos esencialmente dos:
Una con medidas draconianas donde no había dudas respecto del valor de la vida por sobre la economía, y que en la medida que se lograra cortar la cadena de contagio, este último impacto se podría recuperar de mejor manera. Otra, cuestionada ética y científicamente, que buscaba que el virus circulara con más libertad, apostando a la inmunidad de rebaño o colectiva, en algunos casos poniendo abiertamente en la balanza la búsqueda de un equilibrio entre la protección de la vida y el pronto regreso a las actividades productivas.
Esto es importante señalarlo pues la situación, en lo estructural del manejo de esta emergencia, no ha cambiado. Entonces es bueno recordar que Nueva Zelanda ha mostrado un impacto que incluso ha llegado al plano político con las últimas elecciones y la proyección de liderazgo global de su primera ministra. Lo mismo en Australia y otros países que han adoptado la estrategia de corte de cadena de contagio, con enfoque social amplio.
Los países que han optado por la estrategia asociada al contagio progresivo o inmunidad de rebaño los resultados han sido absolutamente catastróficos en cuando a personas fallecidas, personas contagiadas, y en el futuro cercano seguramente veremos cifras muy complejas en materia de personas con secuelas, muchas de las cuales son graves. En este grupo se encuentra Chile que ha liderado dentro de los 10 países con más personas fallecidas por millón de habitantes en el mundo y con mayor número de personas contagiadas.
La situación en el país es sumamente preocupante, pues en gestión de emergencias proteger y salvar vidas es la primera prioridad. Pero esto también implica una mirada amplia y social que debe buscar permanentemente el fortalecimiento de la protección y bienestar de las personas y comunidades. Se debe comprender que la estrategia de corte de cadena de contagio – con un enfoque social amplio -, no busca detener las actividades a la espera de una vacuna o alguna solución mágica sino que, por el contrario, aplicada en forma adecuada, comprende la necesidad urgente de tomar medidas que permitan avanzar hacia lo que la OMS ha denominado como la “nueva normalidad”.
Y quiero insistir, la situación en Chile es sumamente preocupante, pues la estrategia sigue siendo la misma, por lo cual al momento de proyectar un peor escenario e intentar anticipar para prepararse adecuadamente, es complejo ser optimista. El futuro ya llegó a Chile, pero no lo hemos asumido y seguimos mirando para el lado, como lo fue en marzo.
Ese futuro está en Magallanes, donde la segunda crisis ha llevado a que hoy en 8 meses desde el primer caso en dicha región, el número de personas fallecidas vaya a superar las 175 personas al término de octubre, de las cuales ya más de 100, fallecieron en septiembre y octubre, es decir casi el 60% de los fallecimientos han ocurrido en el 25% de toda la pandemia en esa región.
El número de personas contagiadas, solo profundiza la preocupación. Mientras entre marzo y el 29 de agosto (seis meses) Magallanes presentó 3.551 personas contagiadas, en su segunda crisis ha concentrado solo en septiembre y octubre más de 9 mil casos, debiendo comprender que todo esto ha ido acompañado de incertidumbre, dolor, desesperanza, pérdida de confianza, agotamiento y un impacto social, emocional y económico que es difícil de describir, pues cada vida importa.
Sorprende que a la fecha no se vean señales de cambio de estrategia. Algo que a partir del más mínimo análisis de los resultados, ha sido una tragedia que de manera incomprensible ha carecido de la debida evaluación con el fin de prepararnos de mejor manera para un futuro que ya llegó, pero que en un país centralizado como Chile, mientras no impacte a Santiago, pareciera que no será noticia y menos será parte de la agenda de prioridades.