
La Asociación Latinoamericana de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa
(ALAMPYME), entidad creada hace tres décadas, cree imprescindible tomar
posición ante un incierto cuadro internacional de crecientes tensiones y
disputas geopolíticas entre grandes potencias y sobre sus posibles efectos y
alternativas para nuestras sociedades.
Es el nuevo escenario mundial que obliga no solo a poner el eje de atención
sobre sus efectos en nuestras empresas y países, sino que, existiendo
desafíos comunes y ante la precipitación de eventos, convoca a repensar las
relaciones y condiciones para una necesaria mayor unidad, integración y
complementación regional latinoamericana.
En lo inmediato, las decisiones y amenazas por parte de EEUU anunciadas por
el presidente Donald Trump conllevan graves desarticulaciones. La política
«Hacer América (EE.UU) Grande Otra Vez » (MOMA) plantea objetivamente la
intención de reafirmar la intervencionista Doctrina Monroe de 1823 de «América
para los (norte) americanos» y una intimidatoria hegemonía basada en el «Gran
Garrote» (Big Stick) del presidente Teodoro Roosevelt de principios del siglo
XX.
No son válidos los argumentos esgrimidos. Es absolutamente falso, como se
refiere el mandatario norteamericano, que América Latina es responsable del
proceso de decadencia: económica, social, productiva y tecnológica de EEUU.
Por el contrario, su país ha sido más que favorecido, y lo sigue siendo, por: la
apropiación leonina de recursos naturales; el aprovechamiento de mano de
obra barata de migraciones; balanzas de pago permanentemente favorables a
EE.UU. de incluirse los intercambios de bienes y servicios; flujos de capitales
que han venido financiando sus déficits crónicos avalados por el cuestionado
privilegio del dólar como moneda mundial.
Ante la profundización de su crisis, la presidencia Trump, plantea en forma
desembozada, el propósito de arrogarse aún más el derecho de regular nuestro
trabajo y producciones imponiendo aranceles y limitaciones a las exportaciones
manipulando un tratamiento discriminatorio y obligando a vivir en una
incertidumbre intolerable con amenazas de intervención impositiva directa.
Los efectos negativos tienden a multiplicarse. Por su significación, las idas y
venidas anuncios y medidas de un país central como EE.UU. marchan a
generar un gigantesco desarreglo de las relaciones comerciales, económicas y
financieras internacionales a nuestras sociedades, como ser:
● Caídas significativas de las exportaciones a EE.UU. y otros mercados
por barreras proteccionistas.
● Desvío de comercio de terceros países que pueden redirigir productos
hacia nuestros mercados, desplazando industrias locales
● Presiones muy peligrosas .y regresivas que pueden derivar hacia una
guerra de «devaluaciones competitivas» y de «sálvese quien pueda*,
● Ante el debilitamiento del dólar, el aumento de la inflación en EE.UU.,
un posible aumento de las tasas de interés internacionales, generaría
un descalabro económico, ya que la mayor parte de los países
latinoamericanos se encuentran altamente endeudados.
● Y, sobre todo, el crecimiento de las confrontaciones geopolíticas, que
se contraponen a relaciones multilaterales equilibradas y pacíficas
entre países.
Está planteada la enorme tarea prioritaria de brindar plataforma y desarrollo al
estudio y análisis de las condiciones y alternativas para afrontar enormes
cambios en marcha. No alcanzará para ello sólo generar referencias críticas
sobre “lo que no hay” o expresiones de deseos, sino que deben multiplicarse
instancias para el análisis y el debate de diagnósticos y, sobre todo, la
elaboración de propuestas alternativas, ante las cuales no podemos ser ajenas
las pymes latinoamericanas.
ALAMPYME entiende que, ante un sombrío escenario desarticulado, son
necesarias respuestas alternativas viables, realistas y efectivas no solo
expresiones de deseo.
Consideramos imprescindible el debate común de estrategias de desarrollo e
inclusión social y su financiamiento.
La integración y la unidad latinoamericana no deben ser solo aspiraciones
declamativas o discursivas. Aún reconociendo la existencia de diferencias de
enfoques y posiciones entre nuestros países, debe bregarse por acciones
unitarias ante un momento de encrucijada para la región con enormes desafíos
compartidos, De allí que saludamos como muy auspicioso y oportuno el
impulso para revitalizar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC) como mecanismo intergubernamental de diálogo y
concertación política, que agrupa a 33 países de América Latina y el Caribe.
No hacerlo significará no afrontar el peligro que se imponga el «sálvese quien
pueda» con un paralelo acrecentamiento de alteraciones peligrosas y
regresivamente negativas, como lo son las devaluaciones competitivas, el
ahondamiento de las asimetrías entre países más y menos desarrollados
(dentro y fuera de la región), las tensiones migratorias.
Por lo pronto, es preciso multiplicar los esfuerzos para bregar por posiciones y
propuestas en común en foros e instancias internacionales que se convoquen
en el marco de la crisis internacional con una agenda que pondere los intereses
regionales, la agenda del desarrollo y los compromisos ambientales. En lo
inmediato, resulta esencial abordar en forma compartida temas concretos,
como lo son el crecimiento de la discriminación, el mayor proteccionismo de los
países centrales, la precariedad generada en las balanzas de pagos.
Es preciso profundizar la colaboración para la coordinación en el seguimiento y
control de los movimientos de capitales, fugas/ocultamientos de operaciones
financieras ilícitas y guaridas iscales, en tanto se debe proteger e incentivar el
ahorro y la inversión genuina que generan producción y trabajo y no la voraz
especulación, la ilegalidad y la marginalidad.
En forma proactiva debe avanzarse en la integración y complementación
productiva, educativa, científica y tecnológica regional. No dudamos que
podemos comenzarse en forma inmediata en áreas críticas como la soberanía
alimentaria y energética, la producción y abastecimiento de medicamentos e
insumos para la salud, comunicaciones y transporte. Ya con una visión
estratégica, no solo se debe compartir la preocupación, sino encarar en
comunes problemáticas tales como: el endeudamiento y las presiones para
imponer mayores ajustes macroeconómicos regresivos y el ahondamiento de
abismos sociales, productivos, comerciales y tecnológicos.
Ante un cuadro internacional dislocado, entendemos imprescindible que se
inicien procesos de integración productiva, para lo cual se hace necesario que
se extienda el concepto de mercado interno, al de mercado interno regional,
favoreciendo y priorizando el intercambio mipyme, entre ellas y en las compras
gubernamentales y realizándose los pagos en las monedas nacionales. En el
sentido de pasar de los dichos a concretos pasos interpretamos como muy
oportuna y realista la propuesta inmediata presentada por el Presidente de
Brasil, Luis Ignacio «Lula» Da Silva, en la Cumbre de la Celac realizada días
atrás en Colombia al plantear en su discurso: «Mi gobierno está decidido a
reactivar el Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos de la ALADI y a ampliar
el Sistema de Pagos en Moneda Local».
Las entidades mipymes latinoamericanas unidas en ALAMPYME estamos
dispuestos a responder al llamado a poner manos a la obra para buscar
caminos en común.
Nuestras sociedades los requieren sin demora.
28 de abril de 2025