Hacia el 8M, con Gladys en la Memoria

Por Fabiola Catalán Marill

Gladys Marín nos dejó hace dos décadas, una líder revolucionaria que luchó incansablemente por la justicia social y la igualdad en nuestro país, su legado y su constante inspiración continúan orientándonos a nosotras las mujeres trabajadoras que cada día confrontamos desigualdades laborales  y condiciones precarias en un mundo que se adentra peligrosamente hacia el fascismo, situación que vemos a diario en los medios de comunicación y que nos muestra el riesgo que corremos las mujeres, disidencias e infancias.

En este 8 de marzo de 2025, desde una perspectiva marxista feminista se nos invita a reflexionar sobre la explotación y la violencia en todos los ámbitos que nos movemos, laboral, social, territorial, medioambiental, familiar etc.

 Hace décadas nuestras condiciones laborales nos colocan en una doble situación de opresión: por un lado la explotación directa heredada de un sistema capitalista  y por otro la falta de reconocimiento de los trabajos fundamentales que sostienen la vida,  como son  el cuidado de la vidas y las tareas domésticas,  actividades mayoritariamente realizadas por mujeres y por disidencias sexo genéricas,  que históricamente han sido menospreciadas y desprotegidas.

Este año es importante conectarnos con la solidaridad a nivel internacional, la resistencia en Palestina frente a la opresión y la colonización resuena en nuestro entorno actual. La opresión impuesta por gobiernos autoritarios y neoliberales que promueven el surgimiento de ideas fascistas y reaccionarias ha penetrado desde la esfera política más elevada, encarnada en figuras como Trump y Milei. Estos personajes han contribuido a normalizar discursos que deshumanizan a quienes luchan por la igualdad y la justicia.

La lucha contra el fascismo se entrelaza de forma significativa con la lucha feminista en Magallanes al afirmar que la emancipación de las mujeres es esencial para enfrentar las estructuras de poder que perpetúan la violencia y la desigualdad.  La opresión no solo se limita al ámbito laboral, sus manifestaciones también emergen al denunciar la violencia simbólica y física, las que vemos en mujeres y también dirigida especialmente hacia niñas y adolescentes. En nuestra región tenemos altos índices de abuso sexual y violaciones, donde, además hemos podido observar que también se da en un contexto donde la explotación sexual se ha dado con niñeces protegidas por el Estado y en situación de vulnerabilidad sociofamiliar, muchas veces considerada normalizada, quedando las infancias atrapadas (os/es) en redes de abuso dentro de sus familias y por terceros.  Es necesario hacer un llamado de auxilio entrelazado en la batalla cotidiana de las mujeres adultas que observamos una constante repetición de ciclos de violencia en los entornos; es crucial romper esta dinámica a través de la solidaridad y la acción conjunta. 

Este 8 de marzo trae consigo historias de mujeres del pasado, y nos invita a continuar luchando por cada derecho conseguido, nos obligan a recargar nuestras energías y honrar el legado de Gladys Marín renovando nuestro compromiso en la lucha diaria.  

El mensaje es para todas las mujeres trabajadoras y a la clase trabajadora en su totalidad: es hora de unirnos y organizarnos para cambiar el sistema que nos oprime. La lucha contra la desigualdad social y de género es una lucha que trasciende espacios y fronteras; cada acción realizada puede derribar barreras de opresión. Es necesario seguir trabajando en la construcción de una sociedad en la que la dignidad humana y vivir libres de violencia sean la regla y no la excepción.

Fabiola Catalán Marill

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *