
Hablemos de la tele
José Luis Córdova
El otrora hiperventilado ex pluri ministro y vocero de la Concertación, Francisco Vidal -hoy presidente del directorio de TVN- reveló la inviabilidad económica de la empresa Televisión Nacional de Chile desatando una polémica al respecto en el Parlamento y la opinión pública, en medio de aguas especialmente turbulentas en período preelectoral.
Pero no es la única estación de televisión con problemas. Mega, canal comercial privado, propiedad del grupo Bethia-Falabella, tampoco pasa por un buen momento financiero ni de teleaudiencia y su historial ético deja mucho que desear. Las series turcas y el espacio matinal (con el inefable José Antonio Neme) parecieran ser los puntos más rescatables de pantalla. El mentado “festival latino más importante del mundo” ya ha cobrado sus primeras víctimas.
El nuevo director ejecutivo de la estación privada responsabilizó directamente al equipo del festival “internacional de la canción” de Viña del Mar por los modestos resultados logrados en su última versión. El colega Patricio Hernández -que había sido mandamás en el pasado reciente- volvió con un tremendo serrucho y despidió primero a Rodrigo Norambuena, director general del evento y después a Alex Hernández, responsable directo de la última edición del certamen veraniego.
El Festival fue mal evaluado en una auditoría externa debido a al desempeño ejecutivo y también en el financiero, pese a que se compartieron roles con la productora Bizarro y la propia Municipalidad de la ciudad-jardín.
Alex Hernández fue uno de los pocos que pretendió “defender” la rutina del provocador comediante venezolano George Harris, rechazado ampliamente por el “monstruo” de Viña, a quien se atrevió a calificar de víctima en un principio de xenofobia, aunque después se desdijo y lo acusó de deslealtad con el evento.
Por decisión del empresario Carlos Heller, a la salida del director ejecutivo se sumaron las desvinculaciones del productor del área de entretención, César; del gerente de producción y operaciones, Jaime Huerta; del gerente de desarrollo de contenidos, Alfredo Ramírez y del ex productor ejecutivo del programa de Fabrizio Copano, Martín Grass, por la baja sintonía de “El antídoto”.
Mega es un grupo mediático propiedad del holding chileno Bethia que controla cinco canales y cinco radioemisoras, entre ellos el primer canal privado fundado por el poderos empresario Ricardo Claro quien lo vendió al grupo liderado por Liliana Solari (Falabella).
Mega fue escenario del montaje del escándalo político conocido como “kiotazo” o “piñera gate”, cuando en un programa en vivo se mostró una grabación telefónica clandestina, protagonizada por el entonces senador Sebastián Piñera -precandidato a la presidencia-, quien le pedía a su amigo el empresario Pedro Pablo Díaz instruir al periodista Jorge Andrés Richard para desacreditar a su contendora Evelyn Mathei.
Posteriormente un agente de inteligencia del Ejército reconoció que esa entidad realizaba interceptaciones telefónicas y que se entregaban a algunos dirigentes políticos de Renovación Nacional. Días después la propia Mathei bajó su precandidatura revelando que ella había entregado la cinta al dueño del canal para desacreditar a Piñera, quien la trató de “cabra chica” en la mentada declaración.
La historia del canal Mega dejó una huella indeleble de las prácticas antiéticas en que puede caer un canal de televisión en la prosecución de bajos objetivos en campañas electorales, escenario que se repite en estos días. Si hoy en día el canal Mega navega en aguas turbulentas constituye una amenaza a los procesos democráticos en curso y la eliminación de ejecutivos y periodistas puede ser una pésima señal al respecto. Mientras, el único canal “público” (TVN) da manotazos de ahogado en aguas turbulentas.