Por Dalivor eterovic
Dicen que “La historia se repite”, que “La historia castiga a los que llegan tarde”, que “La historia la escriben los vencedores”, que “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia” y así, hay tantas otras citas y reflexiones respecto de la historia.
También hay acciones como la del gobierno del ignorante Presidente Piñera, quien da por muerta la historia en las aulas y son los propios estudiantes quienes exigen que sea re instalada en la formación de las futuras generaciones.
En otro sentido hay frases como la de Jean Paul Sartre que dice., “Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo”.
Así., hay infinitas posibilidades de referir a la historia, según convenga o según sea útil para los mas obtusos que siempre buscan en la historia, la justificación de sus estupideces. Pero la historia también puede ser la vía que permita explicar, desarrollar y finalmente proponer alternativas de futuro, basadas en el análisis y el estudio de esta, ya sea reciente o anterior.
Al remitirnos a la historia reciente, tenemos la ventaja de que podemos analizar asuntos de los cuales, eventualmente hemos sido testigos. La cosa es tener buena memoria y ganas de mirar en retrospectiva para relacionar esos sucesos con los actuales.
Es saludable hacer este ejercicio. Quienes lo practicamos, damos cuenta de manera reiterativa de la frase de Jean Paul Sartre, es decir que es interesante constatar cómo algunos y algunas cada cierto tiempo, reescriben su propia historia, pasando de ser por ejemplo actores políticos anti partidistas, críticos de la vieja política y acérrimos defensores de las mas horizontales, largas, inoficiosas, desordenadas y cansadoras “Asambleas”, a los protagonistas bisagras de acuerdos políticos turbios, de los que se conoce solo una parte, pero de los que han aprendido a obtener jugosos beneficios.
La historia reciente nos muestra a jóvenes políticos anti partidos políticos que a poco andar han optado por recorrer el país. En realidad solo algunas regiones ya que con eso es suficiente, para recoger firmas que les permitan “Legalizar un Partido Político”, curiosa empresa, si consideramos que los mismos y mismas, literalmente quedaban disfónicos, hace solo unos años, hablando en contra los partidos y difamando por parejo a la supuesta clase política, término que ellos mismos inventaron para meter en el mismo saco a ladrones de la UDI y a honestos y consecuentes dirigentes políticos.
Es bueno tener memoria y pretenciosamente escribir nuestra propia historia, o al menos, nuestra propia versión de los hechos.
Si usted observa la historia de los últimos 50 años, podrá ver a golpistas que celebraron el 11 de septiembre de 1973, enarbolando banderas chilenas, hablando de democracia, de derechos humanos y de Estado de Derecho. También podrá darse cuenta que mientras algunos fueron autoridades, se favorecieron de información privilegiada, de contactos para hacer algo tan bajo como especular.
Otros se asociaron con otras blancas palomas defensoras de la libre empresa y el esfuerzo personal para acceder a beneficios del estado. Están también los que en momentos de crisis económicas han sabido “aprovechar” el momento para rematar o comprar a precio vil y así quedarse con los bienes de quienes lo han perdido todo. Así tenemos próceres con miles de propiedades adquiridas en la historia más que reciente.
Como puede ver, cuando a usted le cuentan la historia y no ha tenido la suerte se observarla por sí mismo, puede caer chanchito. Pero la gracia de la historia está en que siempre hay otra versión para contrastar. A menos, claro que a un presidente se le ocurra eliminar la historia de la historia. Una cosa muy propia de un emperador o dictador trasnochado. Aun así habrá quien sepa algo y le pueda contar.
La historia no comienza cuando un iluminado le dice que comenzó, cuando usted ve a un sujeto que le quiere vender una falsificación. Normalmente usted lo percibe. Con los iluminados pasa lo mismo, salvo que para detectarlos, debemos observarlos un poco, primero desde su propia historia personal, desde lo que han dicho y hecho en el pasado y segundo, desde sus futuras acciones, comportamiento y dichos. Usted sabrá determinar si hay coincidencia entre lo que se dice y se hace. Usted juzgará si se trata de un original o una mala imitación.
Por estos días, por ejemplo usted puede ver en las redes sociales a personas que dicen muchas cosas, que trabajan mucho, que están en terreno, que son solidarios, que ayudan. Pues bien, toda persona normal sabe que lo que se hace en apoyo de otros y otras, que lo que es realmente importante y serio, no es motivo de publicidad. Que las personas que están sufriendo no son mercancías transables por votos, que los me gusta y los comentarios falsos de perfiles falso son propios de un mal nacido que solo busca su provecho personal a costa del sufrimiento ajeno.
Esta historia reciente de buenos samaritanos con cargos públicos que recorren algunos lugares para difundir su magnificencia, es un buen indicio histórico inmediato, de que estamos ante un o una vida mínima, un ser minúsculo, que no debe ostentar cargo alguno. Entonces usted debe estar atento a la próxima visita la sabandija.
¿Ve? La historia corta o larga, da luces. Pero ojo. Eso no es lo principal.
Lo más interesante es que la historia también puede ser forzada, puede ser encausada y puede ser definida.
Claro que esto no lo puede hacer una o un iluminado voluntarista que por ejemplo, pretenda cambiar Chile o que pretenda cambiar algo, solo.
La historia la puede cambiar el pueblo, el colectivo, las grandes mayorías, la historia la pueden dictar los hombres y mujeres de la calle mientras caminan, trabajan, aman y se desvelan por el futuro.
La historia de todos, todas y todes está en manos de todos, todas y todes .
Por ejemplo, obligar a algunos diputados y senadores a votar en contra de sus propios intereses y a favor de millones de chilenas y chilenos, es una forma de cambiar la historia. Es la revolución de octubre la que obliga a aprobar el proyecto de 40 horas, es la calle la que abre un incipiente camino que puede cambiar la constitución antidemocrática, es el pueblo en las redes sociales y en las comunas, el que obliga a aprobar en la cámara de diputados, el retiro del 10% AFP.
Puede ser el mismo pueblo de Chile el que cambie la historia, exigiendo mayores cambios, una asamblea constituyente para una nueva constitución política realmente democrática. El fin de las AFP y la creación de un verdadero sistema de seguridad social. Es el propio pueblo el que puede nacionalizar nuestros recursos naturales, incluido el cobre, el agua, el litio, y tantas otras fuentes de riqueza para asegurar el bienestar de todos.
Finalmente no puedo dejar de mencionar que hay un partido político y que son los dirigentes y militantes de ese partido de 108 años , los que en toda su historia, han mantenido una conducta consecuente. Son las y los comunistas los que desde el mismo 11 de septiembre de 1973 han dado dura batalla contra el imperialismo y el neoliberalismo instalado. Son las y los comunistas los que desde su creación han exigido el cambio de esta constitución y de sus instituciones funcionales.
La historia también sirve para corroborar que los procesos sociales y políticos no se detienen y que cuando hay ideas, convicción y voluntad. Nada puede detener a un pueblo decidido a escribir su propia historia.
Dalivor Eterovic Diaz-