La idealización de los independientes como constituyentes

Por Patricio López, director Radio U Chile, publicado en diarioUchile.cl

Luego de conocido el resultado del plebiscito del pasado domingo, inmediatamente empezó a surgir una larga lista de nombres, todos independientes, como candidatos proclamados espontáneamente por las redes sociales para la Convención Constitucional. Pero no tan espontáneamente, la verdad. Ayer, el Diario La Segunda publicó en su portada una lista de eventuales candidatos: escritores, opinantes en las redes sociales, periodistas, empresarios, representantes de la sociedad civil, entre otros.

No es objeto de este comentario referirse a los méritos de los proclamados y proclamadas, que los tienen y de sobra. Más bien, pretende alertar sobre cómo la idealización de la condición de independientes termina repitiendo los mismos errores que se han apreciado respecto a la crisis de los partidos políticos. No debe olvidarse que nada es más saludable para la democracia que la existencia de partidos sólidos y que cumplan adecuadamente la función representativa. El declive de estos instrumentos políticos en el Chile de la transición dio lugar a una idea que muchas veces se pagó cara: “hay que votar por las personas más que por los partidos”. Esa afirmación partía del supuesto que había que confiar en individuos, más que en doctrinas o programas, para que cumplieran con funciones como la parlamentaria. Hubo aquí un germen del posterior desencanto porque los políticos no representaban la voluntad ciudadana.

Confiar como candidato para la Convención Constitucional en mi escritor predilecto porque me gustan sus libros o lo que opina, o en un dirigente social porque admiro su obra, puede suponer correr el mismo riesgo. No desdeño, imposible hacerlo, la importancia de la confianza en las personas en la política. Pero llama la atención como en las últimas horas todo el foco ha estado puesto en la condición de independientes y en determinados nombres, pero no en las exigencias programáticas que los constituyentes deberían encarnar en la convención, para dar garantías al pueblo que elegirá.

Adicionalmente, todos los nombres que circulan, algunos muy diferentes entre sí, comparten la pertenencia a la élite, por origen o allegamiento. Su acceso privilegiado a los medios de comunicación o a las redes sociales ha aplastado ideas que, ahora, parecen extrañas o excéntricas, como que dirigentes locales y/o de los territorios pudieran postularse.

La importancia de que la voluntad ciudadana expresada el domingo pasado sea preservada en este proceso histórico, pasa de manera muy importante por cautelar la función representativa de la Convención Constitucional. Aquello no se logra poniendo el énfasis en las personas, sino en los contenidos programáticos. Los compromisos que los candidatos asuman deberán referir a un conjunto de temas, no solo a uno o dos, porque perfectamente podría suceder que un candidato se promoviera, por decir algo, como representante de los pueblos originarios y coincidir con su votante en aquello, pero luego discrepar de él en asuntos tan o más importantes que también serán zanjados en la propuesta de constitución.

El proceso político que se inicia ahora es complejo e inédito. Debe llevar a procesos de entendimiento que impliquen acuerdos amplios y vinculantes para todos quiénes adhieran y posteriormente compitan. Parece, para tal efecto, preciso concentrarse en los contenidos más que en nombres que, sin querer, podrían terminar convirtiendo a la Convención Constitucional en una suerte de Salón de la Fama.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *