José Luis Córdova
Habitualmente se dice que una crisis es una oportunidad, para superar dificultades y mejorar situaciones. La actual pandemia mundial puso a prueba el sistema socio económico, político y cultural en gran parte del planeta y a los modelos de salud implementados en los cinco continentes.
Todo indica que los resultados hasta ahora no son auspiciosos. La ingerencia de la salud en manos privadas, el afán de lucro en clínicas, hospitales, laboratorios y servicios farmacéuticos mostraron su inoperancia y poca efectividad en varios países.
Naciones criminalmente aisladas (con embargos y boicots) como Cuba, Irán, Venezuela aprovecharon la exclusión, la autonomía para reforzar las fronteras e impedir la propagación del virus desde el extranjero. La solidaridad mutua entre los servicios sanitarios centralizados por el Estado consiguió controlar en parte la pandemia.
Chile, cuna y paraíso del modelo neoliberal mas salvaje e inhumano fue víctima de su indiferencia y
exceso de confianza en su sistema de supremacía del mercado sobre otras instancias de regulación de un virus que no reconoce fronteras ni inequidades y ataca a todos por igual.
Al autoritario ex ministro Jaime Mañalich le correspondió iniciar el combate contra el Covid-19 y lo hizo con un espíritu bélico inigualable pero dañino. Se enfrentó a los expertos, especialistas, epidemiologos, internistas, al Colegio Médico y también a los periodistas encargados de informar sobre sus medidas y actividades frente la campaña.
El presidente Piñera se encontró sitiado entre la amistad -y los negocios comunes- con su secretario de estado y las recomendaciones de la OMS, OPS, una comisión de expertos, instituciones médicas y el Colegio Médico que refutaban una y otra vez las medidas adoptadas por el ministerio de salud.
Mañalich se opuso en principio al cierre de los colegios y el cierre del año escolar, también abogó por el funcionamiento de malls, cadenas de retail y grandes tiendas; insistió en que los niños no se contagiaban, manipuló las cifras de fallecidos, quiso implementar un «carnet covid» para los supuestos «inmunes», un examen de saliva para incrementar la cifra de positividad, declaró a batalla de Santiago» y, finalmente, el negocio de las residencias sanitarias a través de alquileres especulativos, como señala la Contraloría en el caso del Espacio Riesco en Huechuraba.
El ex secretario de Estado se atrevió a vaticinar una «nueva normalidad» y, ante las porfiadas cifras negativas debió retraerse a un «retorno seguro», ambos objetivos todavía lejanos. Finalmente se enfrascó en una lucha abierta y pública contra el DIES, entidad estadística del ministerio de Salud sobre la cifra de fallecidos con y por coronavirus, limitándose a informar sólo los decesos informados por el Registro Civil, mientras que a la OMS se entregaban los datos fidedignos. También intentó abrir algunos mall en Quilpués y el Apuman que de Providencia.
Al parecer Piñera o alguno de sus colaboradores más estrechos advirtieron los desaciertos e irrgularidades y el ministro debió dar el paso a un costado, Presumiblemente se fue como un héroe para el sistema, que siguió con pasmoso continuismo el devenir de la lucha contra el virus.
Fracaso tras fracasos que debió enfrentar el ex presidente del Colegio Médico, integrante del comando presidencial de Piñera, el doctor Enrique Paris. Como miembro del consejo asesor, este profesional era uno de los defensores acérrimos de los métodos de Mañalich, incluso se enfrentó públicamente con Izkia Sichel, presidenta del Colegio Médico, que mantiene críticas justificadas contra los métodos actuales de lucha contra el covid 19.
A estas alturas, la crisis se profundizaba, el ministro Paris asumía en medio del desconcierto y el pesimismo. Entraba el invierno y todo hacía presagiar que nunca llegaríamos a la meseta ni al peak prometidos.
Sorpresivamente los números comenzaron a ser auspiciosos en los últimos días. La desconfianza de la ciudadanía no ha aminorado, pero los deseos del gobierno de volver a la normalidad, a recuperar las cifras económicas pueden más que la suma de fallecidos y contagiados. Se maneja hábilmente la cantidad de exámenes PCR, su positividad y los supuestos «recuperados» para comenzar a hablar ya de una «leve mejoría».
En medio de la crisias, la improvisada y caótica entrega de canastas familiares -a todas luces insuficientes- los bonos Covid, ingresos de emergencia (IFE 1 y 2) y otras medidas que pretendían incluso llegar a la llamada «clase media» (?) no han logrado paliar los desastrozos efectos de la pandemia. Las cuarentenas no impiden que la gente salga a buscar el sustento diario, que los emprendedores y sus pymes intenten sobrevivir a toda costa. El estado sigue ausente.
La crisis ha mostrado lo mejor del ser humano con las ollas comunes en campamentos y pobl.aciones, con comedores solidarios donde los pobres ayudan a los pobres. Lo peor ha sido la ineficacia del Gobierno, la irrestrica defensa de las grandes empresas, de las ganancias de los grupos económicos, en detrimento de la salud y las condiciones de vida de la mayoría de la población.
La única forma de superarla es construyendo una alternativa. Para ello, ganar el Apruebo en el plebiscito del 25 de octubre, formar una asamblea constituyente, redactar una nueva Constitución democrática, participativa y terminar con la subsidiaridad del Estado, implementar derechos sociales inalienables (como el de la salud), revisar el sistema político, un nuevo modelo de desarrollo y que el pueblo recupere la facultad de presentar proyectos de ley al Congreso Nacional, por lo menos. Hay mucho más, pero lo más urgente es integrar el sistema de salud, fiscalizar a los privados, impedir abusos e irregularidades, sancionar las negligencias.
El control, seguimiento, trazabilidad de contagios debe estar en manos de la salud primaria y el poder comunal, que debe ser fortalecido con recursos y atribuciones para superar la crisis desatada por el autoritarismo y el centralismo imperante.