Por Fernado Bahamonde
¿Qué importancia tienen los medios si estos permiten llegar finalmente?
Napoleón Bonaparte
En un régimen político presidencialista como el chileno existen un sinnúmero de lugares comunes como que los ministros son fusibles y que luego de un cambio de gabinete se inicia una nueva fase para el gobierno o que el presidente dio un golpe de timón. El último cambio de ministros ha sido valorado como una silla musical, un cambio cosmético sólo para dejar contentos a uno u otro partido oficialista.
Algunas cuestiones preliminares, la estrategia para para enfrentar la pandemia se mantendrá incólume con la figura del ministro de salud, que más que amigo del presidente es su socio. Mañalich ha sido cuestionado por la oposición y el oficialismo, criticado por los alcaldes de todos los sectores y no ha eludido peleas palaciegas con otros ministros y ha vivido en permanente tensión con la mesa social covid. Mañalich, sólo responde a Piñera y ambos aspiran a pasar a la historia como los salvadores de la patria hecho que representa su desconexión con la realidad, porque nunca podrán salir a la calle sin escoltas cuando se termine su mandato. Pero el ministro de salud está dispuesto a inmolarse por su socio, al que invoca pomposamente todas las mañanas de reporte como: “Su Excelencia el Presidente de la República”.
Es cierto que la correlación y presencia en el comité político cambio donde volverán a ser representados los tradicionales UDI y RN, sin embargo, lo que no hay que descartar es la presencia en las sombras de los asesores del segundo piso liderados por Cristián Larroulet y fuera de La Moneda Andrés Chadwick y, del recientemente reincorporado, Rodrigo Ubilla.
Quedan poco menos de 650 días de gobierno y cerca de 4 meses para el plebiscito constituyente. Estos dos hitos nos deben hacer observar el cambio de gabinete con otra mirada.
Lo cierto es que el primer objetivo que posee esta administración es concluir su mandato y todo lo que haga será medido pragmáticamente lo que significa que Sebastián Piñera pueda traspasar la banda presidencial a un miembro de su propio sector. Para este efecto presenciamos el despliegue de una guerra de posiciones de modo de copar espacios en el congreso nacional a través de un bombardeo masivo al poder legislativo de proyectos de ley, cuyo marco es el concretar un acuerdo nacional que le permita introducir una nueva cuña en la oposición para un nuevo salvataje de gobernabilidad.
Esta guerra de posiciones debe ser rápida para capturar las posiciones en el congreso nacional y así capturar enemigos para transformarlos en aliados apelando a las relaciones personales que puedan existir entre los negociadores del gobierno con Claudio Alvarado a la cabeza y los diputados y senadores de oposición. Muchos de los cuales no atienden ordenes de partidos y no actúan en bloque.
Para este efecto no es menor para muchos parlamentarios la reciente ley que prohíbe la reelección indefinida. Si antes de esta ley muchos partidos políticos eran unas montoneras donde cada señor feudal controlaba desde sus distritos y circunscripciones el quehacer político con altas cuotas de incidencia a través del clientelismo, hoy observaremos nuevos acomodos que transitaran desde la salida formal de partidos a establecer acuerdos con el gobierno. Si muchos parlamentarios debían dar cuenta de su gestión al someterse a una reelección, con la nueva ley, aquellos que no podrán participar en las próximas elecciones sólo buscarán con mayor descaro su propio beneficio.
Un paso anterior a cumplir el mandato para el ejecutivo es evitar que se concrete el plebiscito constituyente del 25 de octubre. Es obvio que el gobierno buscará la forma de bloquear el acto electoral porque se sabe derrotado y la derecha tiene absoluta claridad que desprenderse de la Constitución de 1980 implica que el castillo de naipes institucional se desmoronará irremediablemente. Ha sido la Constitución la que le ha otorgado poder incluso en los periodos en que, no tenido el control del gobierno o mayorías en el congreso. Es la carta fundamental la que le da sustento al modelo económico y social y es el pegamento entre los partidos de derecha y el gran empresariado.
Esta estrategia implica reducir toda la política a la esfera institucional del congreso nacional, en estado de descomposición, pero esto es sin asco porque de lo que se trata es lograr acuerdos entre partidos y parlamentarios individuales, apelando a una aún más espuria política de los acuerdos. Por otro lado, busca aislar a los que se resistan y bloquear cualquier iniciativa de organizaciones y movimientos sociales que serán nuevamente reprimidos ante cualquier asomo de movilización social.
Finalmente, lo único que importa es traspasar la banda presidencial el 11 de marzo de 2022 a aquel personaje en la derecha que sea capaz de puntuar en las encuestas y que será capaz de alinear a todos y todas. Un paso adelante se encuentra el autor de “La Revolución Silenciosa”. Joaquín Lavín, el alcalde de Las Condes registra una asombrosa cifra desde el 30 de marzo y el 24 de mayo con 2088 apariciones en medios de comunicación masivos tradicionales y digitales.
Lavín, carente de contenido sabe hace mucho tiempo que lo comunicacional es todo. Hace años se ha desmarcado de cualquier etiqueta como ser uno de los defensores acérrimos de la dictadura, se ha desentendido de la presidenta de la UDI y ya nadie recuerda que es un supernumerario del Opus Dei. Aun así, comparte con Chadwick, Larroulet, Coloma y Melero el haber ascendido el cerro Chacarillas portando una vergonzosa antorcha fascista en 1977 para saludar la futura institucionalidad pinochetista la cual está dispuesto a seguir defendiendo.