Crónica de un día cualquiera en la convulsa política colombiana

Publicado el 12 marzo, 2025 por Jaime Cedano Roldan

Los ocho firmantes de la ponencia de archivo saltaban de la felicidad. La oposición de derechas los elevó a la categoría de héroes de la patria, las tradiciones, la familia y la propiedad. Sus elaboradas sonrisas florecían, el pecho les saltaba de satisfacción y preparaban todo para el gran festejo que tendrían en la noche. Tenían mucho que celebrar. En nocturnidad y alevosía habían puesto la trampa para la caída de una reforma que pretendía darles derechos a la chusma, al populacho. Poco les importaba que por las redes rularan sus nombres y sus fotos tildándolos de todo. Las centrales obreras convocaron a una protesta para el martes 18. Tampoco les importó. Que salgan y griten, se dijeron, que nada podrán hacer.

Esta semana o la siguiente la Comisión VII del Senado debía abordar el debate de la Reforma Laboral propuesta por el gobierno. Ya la Plenaria de la Cámara de representantes la había aprobado. De aprobarse en la Comisión debería pasar a debate de la plenaria del Senado. Pero antes de que la Comisión fuera convocada para el respectivo debate, ocho de sus 14 integrantes presentaron una ponencia de archivo de la reforma. Esto significaba que se caería sin siquiera ser discutida. Una jugada constitucional pero a todas luces anti democrática.

El presidente anunció que haría una alocución por todos los medios. En ella señaló que en el año 2021 se produjo el «estallido social» en el que la juventud colombiana decidió que era la hora de abrir oportunidades para ella y para todo el país. Movilización a la que se unieron muchos sectores más y más sectores sociales inconformes por el hambre, el desempleo, las injusticias y las desesperanzas. . Había que cambiar a Colombia. En la cúpula del gobierno no se entendió. Pensaron que la respuesta debía ser la muerte o la cárcel, resaltó el presidente. Y expresó que el mensaje central de la juventud eran los cambios. El estallido fue descomunal. Violentamente reprimido por el gobierno de Duque pero imparable. Tras dos largos meses de movilizaciones los jóvenes del estallido aceptaron el llamado a que esos cambios se produjeran mediante el ejercicio democrático de las urnas. Así nació el gobierno del cambio que se planteó la necesidad de grandes reformas para beneficiar a los excluidos. Reformas que respondieran al llamado de los jóvenes, de la Colombia profunda y de toda la gente del país más desigual del mundo. Se presentaron las reformas al congreso y se propuso un acuerdo nacional alrededor de ellas. La respuesta de la oligarquía fue la burla y el rechazo. Determinaron continuar con las políticas de exclusión y de violencias. A pesar de ello se presentaron las reformas que fueron ampliamente discutidas con la sociedad. En las próximas semanas debían de definirse la suerte de las reformas laboral y de salud. En función de ello hubo cambios en el gabinete y el gobierno estaba dispuesto a negociar con todos los sectores políticos. Habían grietas y dudas en la oposición. Parar la reforma laboral en la Comisión era prevenir que de pronto pudieran ser aprobada en la plenaria. Que el gobierno moviera fichas, que negociara.

Por eso la moción de archivo era una jugada de astucia. Una maniobra política de obstrucción.

En su intervención el presidente anunció que hará la convocatoria al pueblo para que se pronuncie sobre las reformas. Que salga a las calles, a movilizarse. Por sus derechos y su dignidad. Pero la participación popular tendría que ir más allá y para ello anunció que propondrá una Consulta Popular de carácter vinculante para que la gente en las urnas decida la suerte de las reformas.

A los ocho se les heló la sonrisa y se les aguó la fiesta. Buscaron negarle a sus otros cien colegas del Senado que se discutiera la reforma, pero no se imaginaban que ahora serán millones los que la debatirán. es cierto que la consulta deberá ser aprobada por la plenaria del Senado y que de aprobarse deberán votar en ella casi 14 millones de personas. Pero el debate ha salido de la pequeña Comisión Séptima y del Senado a todo el país, a las calles.

Por convocatoria de las centrales obreras, el Pacto Histórico y organizaciones sociales y populares, el martes 18 de marzo se realizará una gran jornada nacional por las reformas y de apoyo a la consulta.  

El cambio es imparable.

A la treta obstruccionista de los ocho de la derecha, astutamente el presidente ha colocado todas las fichas sobre la mesa. Es el todo o la nada. Y en un año pre electoral cualquier cosa puede pasar. El martes las calles servirán de termómetro de como será esta gran batalla. Hay preocupación en los elegantes salones. Y exultación en Palacio y en el movimiento popular. Es ligeramente posible que la moción de archivo sea archivada y se reabra el debate de la reforma. Aunque poco seguro. Las horas que vienen son de gran expectativa. Como siempre ocurre en Colombia donde las tormentas políticas son como los huracanes caribeños o los torrenciales aguaceros andinos.

Jaime Cedano Roldán

Bogotá, 12 de marzo de 2025

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